viernes, 30 de noviembre de 2018

Esperabas...

Cuando empezamos a salir sé que pedías muy poco, a una mujer que pudiera acompañarte a muchos lados, que disfrutara de viajar una semana sin problemas, que quisiera estar siempre contigo, una combinación de lujuria y perversidad con ternura y amor. Esperabas fidelidad y compasión, entrega y cariño. Alguien en quién pensar día y noche y disfrutar a su lado.
Pues bien, yo no pude ser nada de eso.
Soy una niña de casa, tengo hora de salida y llegada a casa y para obtener permisos, debo hacer cosas antes a cambio de mi salida.
Por esas mismas razones, tenía prohibido salir de noche, no podía pasar un fin de semana ni con mis amigas aunque las conociera de años "para eso tienes tu casa" solía escuchar cada que pedía un permiso.
A veces disfruto más de la soledad que de la compañía, incluso de mis pequeños fieles cachorros...
No tengo ni un toque de lujuria, mi inocencia no puede prestarse para más, la ternura estaba siempre, pero también tengo mi lado malo.
A pesar de todo eso, todo iba perfectamente, hasta que él y ella se cruzaron en nuestros caminos, el minuto de sinceridad de mi parte fue el que arruinó que creyeras que podía sentir algo bien... No puedo dar algo que no recibo o no siento recibir, es todo...
¿Es todo? No, falta algo.
Diariamente tu reclamo era "justo cuando empezaba a creer en el amor de alguien me engañaste".
Déjame responder a tu engaño con el mejor de mis argumentos.
Estás viajando por el país, no solo y va aquél viaje para largo, deberías agradecer que a través de mí, lograste más de lo que pensabas recibir.

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